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Celebración del Día Internacional de la Enfermería

Esta celebración, promovida por el Consejo Internacional de Enfermería (ICN) en 1965, conmemora las contribuciones de los enfermeros a la sociedad. 

Anteriormente, en 1953, Dorothy Sutherland, una funcionaria del departamento estadounidense de salud, educación y bienestar, propuso al entonces presidente Dwight D. Eisenhower proclamar un "Día de la Enfermería" pero no fue aprobado.

En enero de 1974, se tomó la decisión de celebrar ese día el 12 de mayo al ser este el aniversario del nacimiento de Florence Nightingale, considerada la creadora de la Enfermería moderna

En la Abadía de Westminter, Londres, cada 12 de mayo, una lámpara simbólica es trasladada desde la Capilla de Enfermería en la misma Abadía y llevada por varios enfermeros, hasta llegar al abad, quien la ubica en el Altar. Este gesto tiene el simbolismo de la transferencia de conocimiento de un enfermero a otro. 

En la iglesia de Santa Margarita en Wellow Este, en Hampshire, donde Florence Nightingale nació, se lleva a cabo un servicio religioso el domingo siguiente al su día de nacimiento.

Cada año, el ICN prepara y distribuye el kit del Día Internacional de la Enfermería. El kit contiene material de información pública y educacional, para su uso por enfermeros de cualquier lugar. Este año  el tema del DIE es: “Las enfermeras: Una fuerza para el cambio – mejorando la capacidad de recuperación de los sistemas de salud”. http://www.icn.ch/es/publications/2016-nurses-a-force-for-change-improving-health-systems-resilience/

Desde la ASEEDAR-TD queremos poner nuestro granito de arena para celebrar este día  y por eso, de manera simbólica, hemos querido que nuestra Web salga a la luz precisamente hoy. 

Estamos en un momento de reivindicación. La Enfermería de hoy lucha por hacerse visible. Las instituciones, los Colegios de Enfermería, los Sindicatos, bombardean los medios de comunicación y las redes sociales en un intento de sacar a la luz nuestro verdadero yo, nuestro trabajo, por mostrar nuestras competencias y gritarle al Mundo que estamos aquí que somos importantes. 

Muchos son los  nombres y apelativos que recibimos a diario, de hecho pueden llamarnos A.T.S., D.U.E. o enfermeros, pueden incluso definirnos como “casi médicos”, podemos ser especialistas o polivalentes, pero lo cierto es que, desde cualquier punto de vista y desde que el mundo es mundo, lo que realmente somos es cuidadores de enfermos.

La denominación puede gustarnos más o menos, el título nos puede parecer o no atrayente pero lo que no podemos negar ni repudiar es nuestro origen y la base de nuestro quehacer diario.

Cuidar no es la actitud del fuerte frente al débil, cuidar es algo que se da entre iguales. La palabra inglesa “care” (cuidar) tiene su raíz en el término godo “Kara”, que significa afligirse, sufrir, gritar de dolor, aquel que realmente cuida debe unirse a la otra persona en su sufrimiento. A veces, muy importante, es lo único que se puede hacer: cuidar es asistir. 

Los cuidados son un acto de asistencia, de apoyo o de facilitación, para un individuo o grupo, con necesidades evidentes o anticipadas para mejorar su condición o su manera de vivir o de morir.

Pero este acto de cuidar o acompañar no es un ejercicio puramente intuitivo, sino que incluye una determinada técnica y un sentido social y ético. Supone una aportación definitiva de la Enfermería al conjunto de ciencias de la salud, tal y como el curar es el elemento diferencial de la medicina según la tradición hipocrática. Cuidar y curar son procesos complementarios e interdisciplinarios.

Con el paso del tiempo, con el avance de la ciencia y la tecnología, nuestro trabajo se deshumaniza, pierde el   encanto que un día nos hizo  ser enfermeros. En nuestro querer avanzar, en el afán de intentar ser más y especializar nuestras acciones hemos ido dejando a un lado todo aquello que nos identifica.

Nos hemos convertido en ese grupo humano con una profesión en la que el objetivo es el cuidado, pero que ha evolucionado del uso de los medios que la naturaleza prestaba para el bien del paciente hacia unas actividades cada vez más tecnificadas que es fundamental saber realizar aunque sea sin mirar a los ojos del paciente.

Es triste comprobar que  estamos perdiendo los valores en nuestra profesión. Los enfermeros de hoy sentimos  vergüenza de expresar sentimientos de amor, comprensión e incluso compasión hacia nuestros enfermos sin darnos cuenta que es eso realmente lo que nos hace ser especiales, lo que nos identifica.

Si hay algo que me ha enseñado mi corta pero intensa experiencia en el Área Quirúrgica, sólo son 21 años y  os puedo asegurar que sigo en pleno aprendizaje, es que lo más importante no son los respiradores, ni las vías centrales, ni siquiera que las alarmas de los monitores estén bien conectadas…. Lo que verdaderamente importa es el cuerpo indefenso, desnudo, con miles de dudas y miedos que nos mira desde la cama y lo creáis o no piensa que la enfermera es la prolongación de sus manos, su vista, sus piernas y lo más importante su único medio de comunicación con todo lo que le resulta familiar y conocido (su padre, su hermano, su mujer) y que se encuentra lejos de la sala en la que el paciente está ingresado.

Y si el paciente es importante también lo somos las enfermeras y nuestros mecanismos de defensa para afrontar la carga emocional que implica el trabajo en este tipo de servicios.

Quienes trabajamos en profesiones que se encuentran en íntima relación con el sufrimiento humano  somos igualmente vulnerables al desgaste por empatía, no debemos olvidarnos  del dolor y el sufrimiento ajeno y propio al que se enfrenta el personal sanitario a diario.

¿Alguna vez os habéis parado a pensar por que cerramos las cortinas de un paciente moribundo o colocamos un biombo junto a él?….. Para guardar su intimidad y la de su familia está claro…. ¿O quizá para crear un “muro” que me nos separe de la realidad, de esa realidad que nos asusta, que nos llena de miedo, que pone de manifiesto una vez más que la muerte existe.

Ese muro imaginario lo levantamos diariamente en nuestro trabajo frente a  las personas que nos rodean pensando que si nos distanciamos de ellas no podrán dañarnos,  nos volvemos ciegos y mudos ante su sufrimiento y nos sentimos orgullosos de haber sobrevivido a un nuevo día sin astillar nuestro corazón. 

No debemos olvidar nunca que detrás de cada suero que se infunde, cada respirador que se conecta, cada monitor que se apaga; detrás de cada cateter Swan-Ganz que se coloca o cada tubo que se retira, detrás de todo esto, está el trabajo de seres humanos que trabajan con personas, no con máquinas, cuya principal prioridad siempre será el paciente no el monitor y que, en el fondo, tanto el cuidador como el que recibe los cuidados, tienen los mismos miedos, las mismas inseguridades, los mismo sentimientos…..

Debemos ser capaces de encontrar el equilibrio en nuestro desarrollo diario como enfermeros entre la técnica y la humanización, entre el conocimiento y el corazón.

Somos enfermeras, pero ante todo debemos intentar  ser personas, con todo lo que eso conlleva. 

Es bueno querer saber más, querer aprender más, controlar este nuevo sistema o las técnicas más revolucionarias pero si luego no lo aplicamos con humanidad, respeto y pasión ¿de qué nos sirve? 

Yo me lo pregunto cada día y espero que vosotros también.

Marilo Gómez Guillermo.